domingo, 8 de mayo de 2011

Raro, raro, raro

Por si se han olvidado, no hace mucho que Mourinho era imbatible en casa. Eran tiempos en los que el Madrid todavía estaba en la lucha por la Liga, y los siguientes partidos como local, contra Sporting y Zaragoza, convertían en una rareza pensar que se podría romper una racha de nueve años. Pues se perdieron. Los dos.
Después del Sporting se visitó Valencia y, tras lo de Zaragoza, ayer tocó visitar Sevilla; plazas ambas tradicionalmente de no muy buen fario para los intereses merengues. Pues bien, en ambas ocasiones, el Madrid tuvo el partido sentenciado ya al descanso y acabó firmando seis goles.
¿Raro? Pues hay más: el Real Madrid sólo ha perdido cinco puntos en Liga contra los ocho primeros de la clasificación. Sí, los cinco que volaron hacia Barcelona. Ante los ocho últimos de la tabla, en cambio, fueron doce los puntos que emigraron de Chamartin. Doce.
Si les resulta más ilustrativo pensar en el saldo contra equipos de la misma comunidad, recuérdese que se pinchó contra el Almería y, en cambio, se liquidó al Sevilla en ambos enfrentamientos. Contra el Levante, ese equipo resucitado en la segunda vuelta, se empató hace ya mucho. En cambio, contra el Valencia de Champions  se sacaron seis puntos.
Me disculparán que hable tan poco del partido de ayer, pero si les soy sincero (y saben que siempre lo soy), cuantos más goles caían en la meta de Javi Varas, más me venían a la mente todas las reflexiones anteriores. Es el fútbol, sí, un deporte raro y caprichoso. Sin ir más lejos, Cristiano marcó ayer cuatro goles y el mejor del partido fue Benzemá. Lo del chico francés es un caso también raro: a principio de temporada Mourinho aseguraba que al que se vio el año anterior en Madrid no era a él, sino a su primo. A final de curso parece que estemos viendo a su primo, sí, pero al de Zumosol. A falta de Di Marías, buenos son Benzemás para alegrarse la vista con una buena presión. Si se me han perdido los últimos tres meses de competición les diré que sí, que han leído bien. Benzemá ahora presiona.
Mejoras como la del francés no son en absoluto desdeñables. Frente a lo caprichoso de este juego, pues en ninguna otra clave se puede entender nada de lo explicado al principio de esta entrada, sólo queda el trabajo. Ese que llevó a no caer contra segundabés en la Copa y a firmar una tarjeta impecable en esta competición. Ese que colocó al equipo en el palco de honor de la máxima competición continental. Ese que, hay que recordarlo, ya ha dado sus frutos en el primer año de un proyecto con una media de edad descaradamente baja. El futuro puede resistirse todo lo que quiera con caprichos y renglones torcidos. Pero no le quedará más remedio que acabar vestido de blanco. 
R
Foto: AFP

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