miércoles, 26 de enero de 2011

Es a las ocho


Ni videos, ni declaraciones, ni falsas motivaciones, ni cismas, ni fichajes de última hora. Nada valdrá a partir de las ocho. Sólo el deseo de llegar a la primera final de la temporada, el esfuerzo por no desfallecer en ninguna jugada, la habilidad para superar al adversario, el talento para marcar diferencias. La humildad para saber que, pase lo que pase, quedarán 90 minutos más en Chamartín.

A partir de las ocho no habrá que escuchar a nadie. Sólo se oirá al balón volar por los cielos de Nervión, descender al pasto como predica don Alfredo, rasgar redes con un poco de buena suerte, chocar con cráneos y empeines, cuero lamiendo cuero.

Dos horas para desconectar del ruido de sables, del mar de fondo, del cuestionamiento permanente del modelo, del futuro. Los primeros 90 minutos de 180 para avanzar o para seguir haciendo círculos sobre uno mismo.

Un rato para intentar disfrutar sobre un rectángulo de césped, buscando a los niños que fuimos y que podemos volver a ser. A eso es a lo que hemos venido. Contra todo lo demás, tapones.

GT

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