domingo, 12 de diciembre de 2010

Recuperando sensaciones

 
El Madrid se dio un baño de ego contra un rival que a los madridistas invita a la esquizofrenia. Los más jóvenes recordarán que fue el Zaragoza quien encendió la mecha que desembocaría en el galacticidio y a buen seguro tendrán más reciente la imagen del set casi en blanco que los maños le endosaron al Madrid del apocado López Caro. Pero también contra este rival se recuerda la casi remontada de aquella misma eliminatoria copera de 2006, el debut de Raúl y, algo más atrás aún, un mítico 1-7 gentileza de la Quinta del Buitre.
Lo de hoy se pareció más a los recuerdos dulces. Pese a que el Zaragoza arrancó tocando a rebato y dispuso de algunas ocasiones interesantes, como un tiro cruzado de Lafita que se marchó fuera por poco,  enseguida el Madrid se apoderó de la corneta de su rival y, con ella, del ritmo del partido. Antes de que venciese el primer cuarto de hora del partido, el primer tiro a puerta de los blancos bastó ya para ponerles por delante en el marcador. Una contra de libro, espoleada por un fabuloso taconazo de Ronaldo en la medular que Marcelo recogió sin bajarse de la moto, acabó con un pase de tiralíneas del brasileño que atravesó el campo en horizontal y dejó a Özil sólo frente a Leo Franco, un mano a mano que el alemán libró con la fiabilidad que se les presupone a los de su pasaporte. Recuerdo haber escuchado a Julio Maldonado, uno de los principales defensores del turcoalemán, decir en el pasado Mundial de Suráfrica que el día que Mesut afinara la puntería de cara a gol, sería un jugador total. Definiciones como la de ayer se le escaparon en situaciones similares, por ejemplo, a Benzemá.
Y no es que el francés estuviera mal, no; de hecho se le vio apretar en la presión más que, por citar un caso, Ronaldo, hasta el punto de que en ocasiones sorprendió ver su cabeza pelona perder el resuello cerca del círculo central. Pero lo cierto es que en el momento de la verdad no supo coronar la brega con goles, esa maldición que persigue a tantos delanteros. Rachas, las llaman. La diferencia es que a Karim no le sobra ese antídoto precisamente contra las rachas llamado tiempo, así que el círculo vicioso de la ansiedad parece no tener fin.
El caso es que, con el 0-1, el Madrid se entregó a un juego virtuoso, apoyado en un rival que pasará apuros, no hay que olvidarlo, y pudo  matar el partido en varias ocasiones. Sin embargo hubo que esperar al filo del descanso para que Ronaldo patease a palos con esa estética tan suya y una ejecución impoluta. Si a alguien le queda la duda de si Leo Franco pudo hacer más, la respuesta es sí. Aplaudir. Habría sido un bonito gesto..
A la vuelta de vestuarios, la cosa siguió como había acabado antes: con gol del Madrid. Esta vez, un balón medido de Xabi Alonso a la espalda de los defensas dejó a Di María sólo delante de Leo Franco. El argentino jugó hoy mucho menos que en el arranque de temporada o que, por ejemplo, Benzemá; pero a él no le tembló la bota para acunar una dulce vaselina por encima del portero y llegar puntual a su cita con el gol, así que para el recuerdo quedará su efectividad, en contraposición a la del francés. Así de injusto es esto. O no.
Como esto del fútbol es así de raro, cuando se presumía la goleada a Carvalho se le escapó una pierna delante de un rival que ya caía de maduro y el árbitro señaló los once metros. Por cierto, que el trencilla se mostró mucho menos resuelto minutos antes para castigar un derribo de Lanzaro a Benzemá cuando el zaragocista era el último hombre. Sea como fuere, Gabi sació su cuota de antimadridismo con un lanzamiento impecable y el Zaragoza, al que segundos antes le faltaban manos para tapar vías de agua, se vio de pronto con una razón para creer. A ella se agarró todo el partido y eso bastó para que el Madrid no aumentase más la sangría, si bien gozó de más ocasiones para engordar el resultado que su rival para hacerle sentir el aliento en la nuca.
De ahí al final hubo un par de buenas noticias aún para el madridismo: una comprobar que Lass seguía en el mismo estado de forma extraordinario de la primera parte. Recuerda al que llegó en el mercado de invierno, hace ahora dos años, si no mejor; y estuvo a punto de rematar su partidazo con un gol que le sacó Leo Franco con una mano casi vencida. Man of the match. La otra buena nueva fue el debut de Morata, que en cinco minutos dio un recital de intensidad, por muy paradójico o enfático que pueda sonar. En ese corto espacio de tiempo el chaval obligó al meta zaragocista a coquetear con la pena máxima y evidenció con un formidable regate su clase y la escasez de miras del colegiado. Aquí hay futbolista.
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