Dice Florentino Pérez ante los dueños del Real Madrid que no parará “hasta conseguir la Décima Copa de Europa”. Lo dice con la solemnidad de megalómano a la que nos tiene acostumbrados.
Es loable intentarlo, pero ya conocemos el paño. Ocho años lleva persiguiéndolo, de una u otra manera, y los resultados saltan a la vista.
El club necesita un modelo creíble, continuado, que siente las bases del futuro a medio y largo plazo. Necesita trabajo sordo, no bombos, platillos y grandilocuencia. Y, sobre todo, necesita pasar de octavos de final y dejar de manchar su historia.
El nuevo entrenador y los jugadores necesitan tiempo. Hay que estar dispuestos a dárselo. Es la única manera de creer en algo. Lo mejor de Mourinho es que, llegado el caso, la opinión de Florentino Pérez le resbalará. Ésa y no otra es la única, para mí, de momento, razón para la esperanza.
GT
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