lunes, 13 de septiembre de 2010

Mucho en la nevera


Sin grandes aspavientos y con el ya habitual revuelo histérico del entorno madridista, el club de Concha Espina liquidó su compromiso del sábado contra un Osasuna más inocuo que nunca. Gol de Carvalho, por cierto, que no sólo dio la impresión de manejar la adrenalina con mucha más destreza que su compañero de zaga, sino que acompañó el contragolpe decisivo con inteligencia y fe. Gana puntos el portugués a la par que ayuda a su nuevo equipo a sumarlos él también.

Y la victoria, salvo que algún corifeo de las antedichas histerias me interrumpa, debió ser más holgada. Dirán que Mou pecó de sobrado una vez más cuando zanjó el veredicto del partido con un “no fue tan difícil”, pero ni el más ansioso por escuchar pitos hacia el banquillo o hacia el palco podrá negar la mayor. No hubo juego de fantasía, no, pero sí muchas razones para la esperanza.
De un lado, no por obvia menos reseñable, la más subrayada por el técnico de Setúbal: a este Madrid cuesta un triunfo hacerle ocasiones. No es que Osasuna fuera un prodigio de exigencia, pero hasta Marcelo pareció entonado en el infranqueable muro de Mou. Veremos si cuando suba el pistón de los rivales el fútbol-control de los merengues sigue moviéndose en estos parámetros.
Más obviedades: sin hilar un rodillo de juego, el Madrid amontonó ocasiones evidentes, especialmente en la segunda parte, que hicieron patente lo escaso del marcador, con un Özil agarrado al bastón de mando, como de él se espera. La parroquia madrileña le despidió con una ovación bastante más sonora que los pitos que soplaron tímidamente avanzada ya la primera parte. Por cierto, sospecho que el Bernabéu, sabio casi siempre en su veredicto, más timorato en su apoyo incondicional, silbó entonces más el resultado que el juego del equipo. Sea o no sea así, los pitos desaparecieron mágicamente en la segunda parte, con el viento ya de cola.
Pero lo que más motiva, a mi juicio, de este Madrid, es que aún guarda muchas balas en la recámara. Ayer Cristiano volvió a rodar un nuevo episodio del particular culebrón de ansiedad que parece arrastrar desde Sudáfrica. Con todo, su partido del sábado, sin ser notable, no fue precisamente una concatenación de pifias. Ya entrarán. Y lo mismo se puede decir de Higuaín, que pareció dejarse la pólvora en el Monumental. El tema es que ahora ni después de fallar dos o tres ocasiones cantadas salen de debajo de las piedras los que vaticinaban que el Pipita acabaría jugando en el Castellón o se mofaban de su insustancialidad con aquel pérfido mote de “Igualín”. Gonzalo es un jugador top, como bien y brevemente lo definió su entrenador, un goleador que, como todos, se ve sometido a las veleidades de las rachas. La receta es la misma: ya entrarán.
Da la sensación, en fin, de que a diferencia de la temporada pasada, cuando el Madrid se fue desmoronando con la lentitud y parsimonia de su antiguo técnico, ahora sí que hay ámbito de mejora. Hay solidez defensiva, hay solidaridad entre líneas, pero sobre todo hay mucho en la nevera: los goles de Higuaín y CR7, el estallido ya anunciado de ese inmenso jugador que es Özil, el cuajo definitivo de Khedira y Xabi, la consolidación en el once de Di María, Pedro León y Canales. No es cuestión de pecar de ingenuo y pensar que todos esos factores se vayan a plasmar finalmente; pero, ¿es demasiado ingenuo pensar que, por mera probabilidad aunque sea, alguno(s) de ellos acabará(n) dándose?

R

2 comentarios:

  1. Bueno, pues que quieres que te diga. Mucho en la nevera, pero de momento se juega peor que el anio pasado. veremos

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  2. ¿El año pasado se jugaba mejor? Yo debí de ver otro Madrid, entonces

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