miércoles, 25 de agosto de 2010

De intangibles e intocables

A falta de goleada –dos tan solo, uno superlativo, eso sí– el Trofeo Santiago Bernabéu arrojó un manojo de intangibles nada desdeñables y muy a tener en cuenta de cara al comienzo liguero, por más que el rival fuese poco más que un gigante con pasado infinito y presente dudoso. Como si fueran las notas que Mourinho tomaba compulsivamente al filo del descanso, el encuentro dejó algunos retazos interesantes.
De un lado, el doble pivote ya suena más afinado: Khedira es ese futbolista box-to-box que tanto se buscó y con sólo unos cuantos partidos en la buchaca ya empieza a empastar con Xabi. El alemán, además, tiene toque, presión y una capacidad inmensa de ocupar espacios.
Más: Özil y Canales empezaron a mostrar por qué están llamados a revolucionar el centrocampismo merengue. Con dos colosos cubriéndoles las espaldas, su fútbol de toque sólo tiene que encontrar la fórmula para encajar en el modelo de aguijón de su delantera. De momento en esta parte de la sala de máquinas parece que falla el físico; más adelante, ya veremos.
Por su parte, Di María, quizá liberado de la tensión mediática que soportan otros, parece ir soltándose poco a poco. Ayer, de nuevo, destellos de gran futbolista para acallar a críticos e indiferentes (como quien firma) y, por fin, desborde; todo ello rematado con un gol de postín. Si a este futbolista le da por brillar, este Madrid puede dar para mucho.
Lo peor quizá es que Cristiano demostró una ansiedad (se oyeron hasta tímidos pitos ante algún fallo del portugués) impropia de un partido de estas características. Quizá el nuevo 7 del Madrid sabe que se avecina lo importante y que ni siquiera las probaturas han de ser consideradas como tales, menos estando Mourinho a los mandos. Con todo, algo me dice que el técnico de Setúbal tendrá que desplegar todos sus conocimientos de psicología con el crack de Madeira si no queremos mayores problemas.
El último intangible que esta lectura rápida del partido nos trae a la memoria son los simbólicos diez minutos que Mou le dio a Van der Vaart y que se saldaron con un penalti provocado y lanzado por el propio holandés, que lo celebró con un cierto tufillo a despedida. Bien parece que el 23 del Madrid se sitúa en la frontera de los intocables de la plantilla, más aún si pensamos que Valdano anticipó anteayer entre dos o tres salidas. De momento ayer Mahamadou Diarra no fue ni convocado y Drenthe no jugó ni un minuto, así que dos plazas parecen claramente adjudicadas. La cuestión que tiene en vilo a la grada es si habrá una tercera. Y sí, digo en vilo porque el Bernabéu ayer dictó sentencia con dos sentidas ovaciones (una al saltar al campo, otra al celebrar su gol de penalti) que volvieron a dejar a las claras lo que determina el sentido común: Van der Vaart ha de quedarse. ¿Reinará el sentido común también en la zona noble?
R

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