domingo, 20 de febrero de 2011

Noche de destellos

Sigue la caza. Después de un fin de semana que fue más de trámite para el contendiente con el calendario más apretado, el Madrid sigue a esa barrera de cinco puntos que sigue invitando a mirar con más hambre a otras competiciones que priman más el brillo que la regularidad. Fue gracias a eso, a dos destellos, como el Madrid solventó un partido en el que se topó con un rival que salió descaradamente a no ser goleado.
Y eso que Mourinho hizo eso que tanto había calentado a algunos de los jugadores levantinistas durante la semana, afirmar desde la alineación misma unas aspiraciones más continentales que domésticas. Se desconoce si los que bramaron por la supuesta falta de respeto merengue la tomaron después con su propio entrenador por repartirles escudos en vez de hondas para vengar la afrenta; pero el caso es que a los granotas se les acabó la opción de bingo en seis minutos, los que tardó ese fino estilista que es Di María en marcarse un tango en el rostro de tres rivales para poner el balón en boca de gol para que Benzemá empujase a las mallas.
Le sentó bien al argentino el descanso del rotador Mourinho, tanto que ayer fue otra vez el estilete de ataque del Madrid en lo que duró el tiempo de cornetas, cuarenta y cinco minutos. Durante esos primeros tres cuartos de hora, se asistió a un ejercicio laberíntico de búsqueda de espacios en el que el Levante comprimió a 21 jugadores en un terreno, su medio campo, cuya capacidad deseable apenas supera la decena. Pese a la evidente congestión, definida acertadamente en términos automovilísticos por Ronaldo en el postpartido, el Madrid todavía acertó a perforar la red rival una vez más. Fue el propio portugués quien sirvió desde la izquierda un peligroso centro pegado a la línea de fondo que la inocencia de la zaga azulgrana  convirtió en cianuro puro. Curioso también que el balón rebasase tan fácilmente, y en sus dominios más íntimos, para mayor inri, a un portero que en el pasado demostró tanta soltura en lides pugilísticas. Remató a gol Carvalho, que se resiste a descolgarse de Karim en la tabla de goleadores domésticos.
La segunda parte dejó patente el armisticio tácito que debieron firmar Mou y Luis García entre bastidores. A uno le obsesionaba la Champions y al otro la Copa, así que el 2-0 parecía una buena tregua para ambos y así lo entendieron sus jugadores. Bueno, todos menos uno. Han adivinado bien: Cristiano, ese hombre que no entiende de arreglos ni medios gases, lo intentó por todas las vías imaginables, con tan poco éxito como gran mérito. Como bien sentenció el gran Relaño, que ayer no le entrara ninguna pareció eso, meramente circunstancial.
Todavía quedó tiempo para disfrutar de dos fenómenos más que interesantes para la grada merengue: la coincidencia en el campo de Adebayor, que rozó el gol en sus escasos minutos sobre el verde, y Benzemá; y Özil, que por sí solo se basta para ser un motivo de aplauso. Ayer, pese a los pocos minutos de los que disfrutó, un recuerdo más de la inminente batalla en tierras galas, despertó un murmullo de asombro ante una grada que le vio deslizarse por el balcón del área con esa aparente inmunidad que le proporciona su especial habilidad para conducir con el balón pegado al pie. La jugada no acabó en gol, pero tampoco hará falta para que quede almacenada en las bibliotecas mentales cuando toque avalar al teutón en las fechas tristes o para ilustrar ante nuestros nietos cómo aquel alemán, al que ellos no tuvieron la suerte de ver, jugaba como el superhéroe que siempre esquiva las balas. 
R
Foto: Susana Vera/Reuters

2 comentarios:

  1. Buen post!partido tranquilo y 3 puntos mas,ahora a pensar en la sintonia europea

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  2. Gracias David, a ver si hay suerte esta noche!

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