El Madrid regresó ayer de San Siro con el punto que le clasifica matemáticamente para los octavos de final de la Champions y una importante moraleja que, de emplearse bien, puede catapultar su proyección en el torneo continental: en la Champions no basta con jugar bien.
Igual que en el partido de hace dos semanas en el Santiago Bernabéu, el Madrid pasó por encima del Milán durante aproximadamente una hora y se dejó llevar durante los siguientes veinte minutos. La diferencia fue que, mientras que en el primer partido los dos goles del primer cuarto de hora desactivaron cualquier intento de remontada rossonera, en la vuelta en San Siro la renta fue demasiado escasa para un rival al que le sobran tantos años como ganas de que no le mojen la oreja en su estadio.
En la primera parte, el Madrid amontonó ocasiones, especialmente en las botas de Higuaín y Di María. Notable la del fideo que, después de quedarse sólo ante Abbiati y ser trabado por Zambrotta, se revolvió divinamente para acabar malogrando un disparo que, de haber sido un pase a su compatriota, se habría convertido en una estocada hasta la bola. Por cierto, Webb ni siquiera miró un poco fuerte a Zambrotta por sus malas artes, aunque aquello pasó desapercibido en el océano de fallos garrafales con los que inundó el espectáculo futbolístico de ayer: a botepronto, un gol en fuera de juego, dos expulsiones clarísimas por roja directa (a Abate e Inzaghi) y otra por unas dos mil posibles amarillas a Gattuso. Será que Webb siente predilección por este tipo de fútbol. De ser así, no es de extrañar que sus arbitrajes estén a la altura de unos futbolistas tan poco decorosos.
El caso es que, después de varios intentos desde fuera del área y remates de cabeza francos y variados, Di María enmendó su error al filo del descanso con un pase de tiralíneas que desnudó la racanería (¿quién lo iba a decir?) de Gattuso al meter la pierna y la lentitud de un central en tiempos maravilloso, Nesta, que rompió el fuera de juego y habilitó la posición de Higuaín. El Pipa definió con frialdad, casi como si tirase un penalti, lanzando simultáneamente el balón hacia un lado y al portero hacia el otro.
El 0-1, amén de un botín escaso para los méritos de uno y otro, sí dejó la sensación de que el Madrid al fin obtenía algo de premio ante tanto denuedo. Sin embargo, la segunda parte entró en una dinámica de menor intensidad, un juego que ya benefició a los milanistas en los dos choques del año pasado y en la segunda parte de la ida. Dos patinazos, uno al alimón de Pepe, del que a veces uno piensa que sus coqueteos con el Barça van más allá de las declaraciones en los periódicos, y Casillas; y otro del linier y el portero mostoleño dieron la vuelta al marcador para incredulidad de los merengues. El ejecutor, en ambos casos, fue Inzaghi, que con el doblete superaba de nuevo a Raúl en la tabla de goleadores europeos.
Demasiada afrenta para tan poco mérito, debieron pensar los aficionados madridistas desplazados a Milán y los propios espectadores desde su casa. Mou movió el banquillo con celeridad, casi como en Alicante hace sólo unos días, y sus cambios, Benzemá y Pedro León demostraron lo que ya se anticipó en la crónica de la última jornada liguera: Halloween no dejó cruces ni muertos. Entre los dos se guisaron y se comieron una jugada en el tiempo añadido que volvió a silenciar San Siro: ruptura interior del francés que, tras ver el desmarque del murciano se volvió a poner el traje de asistente y le brindó un balón de oro para que el de Mula cruzara por bajo y anotara el primer gol con sello español en esta temporada.
Pese al regusto amargo de no ganar un partido que clamaba por una goleada, son muchas las notas positivas que quedaron. Una, la clasificación, no por obvia menos reseñable. Otra, que el equipo sigue imbatido y empieza a coger tendencia a ofrecer, cuanto menos, una hora de buen juego, fresco, vivaz y directo, por partido. Y unas cuantas más: que hay entrenador, y esperemos que por muchos años, que el equipo es una piña, como se vio en la celebración del gol del empate, que los presuntos crucificados están apretando los dientes para ponérselo difícil a Mou… No hay madridista que pueda garantizar éxitos en esta temporada, pero lo que es seguro es que a la mayoría se les ha vuelto a encender la sonrisa en esta competición tan suya. Porque, gane o no, una cosa está clara: este Madrid es mucho Madrid.
En la primera parte, el Madrid amontonó ocasiones, especialmente en las botas de Higuaín y Di María. Notable la del fideo que, después de quedarse sólo ante Abbiati y ser trabado por Zambrotta, se revolvió divinamente para acabar malogrando un disparo que, de haber sido un pase a su compatriota, se habría convertido en una estocada hasta la bola. Por cierto, Webb ni siquiera miró un poco fuerte a Zambrotta por sus malas artes, aunque aquello pasó desapercibido en el océano de fallos garrafales con los que inundó el espectáculo futbolístico de ayer: a botepronto, un gol en fuera de juego, dos expulsiones clarísimas por roja directa (a Abate e Inzaghi) y otra por unas dos mil posibles amarillas a Gattuso. Será que Webb siente predilección por este tipo de fútbol. De ser así, no es de extrañar que sus arbitrajes estén a la altura de unos futbolistas tan poco decorosos.
El caso es que, después de varios intentos desde fuera del área y remates de cabeza francos y variados, Di María enmendó su error al filo del descanso con un pase de tiralíneas que desnudó la racanería (¿quién lo iba a decir?) de Gattuso al meter la pierna y la lentitud de un central en tiempos maravilloso, Nesta, que rompió el fuera de juego y habilitó la posición de Higuaín. El Pipa definió con frialdad, casi como si tirase un penalti, lanzando simultáneamente el balón hacia un lado y al portero hacia el otro.
El 0-1, amén de un botín escaso para los méritos de uno y otro, sí dejó la sensación de que el Madrid al fin obtenía algo de premio ante tanto denuedo. Sin embargo, la segunda parte entró en una dinámica de menor intensidad, un juego que ya benefició a los milanistas en los dos choques del año pasado y en la segunda parte de la ida. Dos patinazos, uno al alimón de Pepe, del que a veces uno piensa que sus coqueteos con el Barça van más allá de las declaraciones en los periódicos, y Casillas; y otro del linier y el portero mostoleño dieron la vuelta al marcador para incredulidad de los merengues. El ejecutor, en ambos casos, fue Inzaghi, que con el doblete superaba de nuevo a Raúl en la tabla de goleadores europeos.
Demasiada afrenta para tan poco mérito, debieron pensar los aficionados madridistas desplazados a Milán y los propios espectadores desde su casa. Mou movió el banquillo con celeridad, casi como en Alicante hace sólo unos días, y sus cambios, Benzemá y Pedro León demostraron lo que ya se anticipó en la crónica de la última jornada liguera: Halloween no dejó cruces ni muertos. Entre los dos se guisaron y se comieron una jugada en el tiempo añadido que volvió a silenciar San Siro: ruptura interior del francés que, tras ver el desmarque del murciano se volvió a poner el traje de asistente y le brindó un balón de oro para que el de Mula cruzara por bajo y anotara el primer gol con sello español en esta temporada.
Pese al regusto amargo de no ganar un partido que clamaba por una goleada, son muchas las notas positivas que quedaron. Una, la clasificación, no por obvia menos reseñable. Otra, que el equipo sigue imbatido y empieza a coger tendencia a ofrecer, cuanto menos, una hora de buen juego, fresco, vivaz y directo, por partido. Y unas cuantas más: que hay entrenador, y esperemos que por muchos años, que el equipo es una piña, como se vio en la celebración del gol del empate, que los presuntos crucificados están apretando los dientes para ponérselo difícil a Mou… No hay madridista que pueda garantizar éxitos en esta temporada, pero lo que es seguro es que a la mayoría se les ha vuelto a encender la sonrisa en esta competición tan suya. Porque, gane o no, una cosa está clara: este Madrid es mucho Madrid.
R
Fotografía: Ángel Martínez
De acuerdo , pero , con tu permiso, algunas sombras:
ResponderEliminar1-Mou retrasa los cambios excesivamente, y el equipo se cae
2- CR7, de nuevo, perdido en los partidos con rival medanamente exigente
3-El madrid, 0 reconocimiento en Europa, cuando se deja poner este arbitro, que es un chollo para equipos leñeros, cosa que ya se sabia
4-Ozil, tiene dias, queee, uno se acuerda de Guti, mala cosa
ojo, que la primera media hora es fantastica; hacia tiempo que no habia un equipo con calidad y mentalidad para morder en San Siro, pero, hace falta alguno mas desde el banquillo, y mas gol; es my opinion
un saludo
Estoy de acuerdo contigo en casi todo. Con respecto a Mou y los cambios, creo que en los dos últimos partidos sí ha apurado mucho para hacerlos, en parte porque en ambos casos suponían cambiar un defensa por un extremo o por un delantero (y sospecho que no quería dejar mucho tiempo al equipo tan "desnudo" atrás).
ResponderEliminarLo de Cristiano quizá es en lo que más discrepo de tus cuatro puntos, porque aunque en la segunda parte casi no se le vio, en el partido de ida, por ejemplo, tuvo un buen papel. No creo que sea un problema de rival, sino de inspiración, y contra el Milán, en la segunda parte, no estuvo nada inspirado.
Lo del reconocimiento europeo es absolutamente cierto, parece que seamos un cualquiera; si no, no se explica un maltrato como el de ese impresentable al que llaman mejor árbitro del mundo. Casi igual que Collina, vamos.
Y por último, Özil (ya escribí algo sobre él al respecto de lo que comentas en otras crónicas) es un jugador por naturaleza intermitente, y no se le suelen dar bien los partidos cerrados. Esa, quizá, es la faceta donde más le supera Guti: el rubio era especialista en abrir partidos contra rivales cerrados. Pero no hay que olvidar tampoco que Guti no cuajó como titular con ningún entrenador: era un revulsivo, y Özil parece estar llamado a cosas más grandes. Con todo, creo que, como bien dijo Mou con respecto a Raúl (él lo ha sido todo en el Madrid y yo todavía nada), Özil todavía tiene que demostrar mucho para darle al Madrid lo que le ha dado Guti; aunque, personalmente, creo que lo va a conseguir.
Un saludo y ¡Hala Madrid!
Por cierto, releyendo el post me he dado cuenta de que según lo he escrito parece que digo que Mou hizo los cambios rápido. Me refería a que reaccionó con celeridad al 2-1.
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