domingo, 14 de noviembre de 2010

Con novedad en el frente

Preciado había calentado la víspera del partido de ayer en El Molinón en términos que no sólo le cuestionan como entrenador y colega, esos que tanto se han esforzado otros en esgrimir, sino como detractor de la violencia. Y sigue sin disculparse, pese a que ayer tuvo una excelente ocasión frente a las cámaras de GolTV. Y Antiviolencia sigue de parranda.
El caso es que los madridistas sabían lo que se les venía encima, no sólo por las declaraciones del insensato Preciado, sino porque en las últimas temporadas El Molinón se ha convertido en tierra hostil. No porque Gijón adolezca de merengues, sino porque parece que en el estadio se hacen oír más (probablemente también sean más en número) los que profesan un odio africano hacia todo lo que huela a blanco.
Y tierra hostil fue, y mucho, durante los primeros minutos, en los que los hombres de Preciado –nunca un apellido fue tan paradójico– se emplearon tan a fondo y con tanta dureza que al fin entendimos la diferencia entre titulares y suplentes: los primeros dan más leña. El árbitro, al que no se le puede reprochar nada en la apreciación (lo de sus banderines es harina de otro costal), sí daría más juego en lo disciplinario. Por más que sorprenda, el equipo cuyo juego se acercaba más al rugby, excepto en la nobleza, se fue al descanso con las mismas amarillas que el otro.
Me van a disculpar  que no hable mucho de fútbol, pero tampoco es que esta tarde se haya visto mucho; en parte por voluntad del Sporting, en parte por demérito del Madrid. Salvo un puñado de jugadas truncadas por fueras de juego inexistentes (gol anulado a Higuaín incluido), el Madrid se acercó en contadas ocasiones al área de Juan Pablo, que intervino certeramente en todas las jugadas que tuvo que hacerlo. A vuelapluma se recuerdan una de Di María desde el piquito del área, otra de Higuaín en un mano a mano y una de Benzema que el ex del Numancia salvó con el antebrazo, todas ellas en la segunda parte, a lo que hay que sumar un tiro al poste de Higuaín en la primera. El Sporting también tuvo las suyas, sobre todo un cabezazo de Barral salvado milagrosamente por Casillas, de nuevo en vuelo angelical, y dos mano a mano, ambos más escorados que el del Pipa, que Sangoy acabó cruzando en exceso. Pero, en general, el Sporting sabía que esa no era la batalla. Tanto era así que hasta algún aficionado quiso aliviar a su equipo disparando una pelota de periódico contra Casillas. Que alguien disparase algo, por lo menos, debió de pensar aquel descerebrado, valga la paradoja.
Lo mejor, al cabo, es que sí que hubo novedad en el frente. El Madrid acabó resolviendo en el 82’ un partido en el que el año pasado se le escaparon dos puntos. Lo hizo gracias a un gol de Higuaín, si bien el  mayor mérito, y ya los está acumulando como para ascender a cabo, habrá de atribuírsele al soldado Benzema, que cruzó inteligentemente un remate de cabeza al que Juan Pablo le quiso echar el lazo sin darse cuenta de que la cuerda le había quedado un poco larga. Higuaín, tipo fino para detectar estos errores de cálculo, remachó con la mirada fija en el linier, no fuera a ser que le hiciera otra de las suyas.
Lo peor fue es la manera en la que el Madrid se metió en la dinámica guerrillera sugerida por las huestes de Preciado. Y no sería porque no lo avisara, ahí habrá que romper una lanza por el bueno  (¿?) de Manolo. Dentro del tono de seriedad del equipo, cuya epítome ayer fue tal vez Pepe –ayer tocó partido bueno, quizá por eso le pitaron tanto–, hubo pinchazos que, sin resultar alarmantes, sí merecen ser destacados. Cristiano se diluyó entre la nube de contrarios y patadas que le montó el rival, aunque también se entiende que su juego celebra más el campo abierto que el minado. Di María manejó el timón de ataque del equipo durante muchos minutos (tanto que sorprendió su cambio y no el de Özil, disuelto también entre tanta trinchera), pero en ocasiones se perdió en peleas intestinas y no brilló en la recuperación como otras veces. Marcelo empezó más fallón que de costumbre, con pérdidas peligrosas tanto en defensa como con el medio campo, aunque en la segunda parte se entonó. Y no se menciona todo esto a modo de alarma, ya digo, sino también para prestigiar en parte la brega (aunque a veces se le cayera la “g”) de un Sporting que se quedó a ocho minutos de puntuar. El general Higuaín lo evitó con un gol gritado de manera tan vibrante en la celebración como duros de arrancar fueron los tres puntos de territorio tan hostil.
R
Foto: David R. Anchuelo

2 comentarios:

  1. El Madrid es justo vencedor, eso no lo niega casi ni preciado, lo q me sorprendio otra vez, es q a Pepe, se le sigue llendo la cabeza, sin llegar al casquerazo, pero continuamente. Creo q su baja forma o sus errores puntuales, para mi baja forma, hacen q se vea mas como loquea por momentos y no se hasta q punto no nos pasara factura en algun partido importante. ¿No deberia jugar Albiol?

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  2. Pues fíjate que yo creo que ayer estuvo bien. En la jugada en que Sangoy finge agresión, Pepe se la juega, sí, pero no le llega a dar. Y se me vienen a la cabeza otro par de jugadas en las que estuvo clave al cruce, sobre todo un remate a bocajarro en la primera parte. Sospecho que Mou no quiere sacarle porque, ante el aluvión de críticas, sería como señalarle con el dedo. Sospecho también que el tema de su renovación le está afectando y no es éste un jugador especialmente estable anímicamente como para tener más cosas en la cabeza que los partidos. Pero en fín, sí, una oportunidad a Albiol no estaría de más, en absoluto. Hizo un muy buen partido de Copa contra el Murcia.

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